martes, 29 de enero de 2013

TRABAJOS FORZADOS QUE HACIAN

TRABAJO DE ESCLAVOS



Los esclavos se adquirían para manifestar el lujo y la riqueza de una persona pero también para 
servir y trabajar. Esta era su principal función y necesariamente debían cumplirla.

El grupo esclavo que habitaba en las ciudades andaluzas forma en cada una de ellas un subproletariado urbano que encuentra su empleo primario y principal en el trabajo doméstico y secundariamente en los diversos oficios artesanales en funciones de personal auxiliar. Un grupo menos numeroso hallaba su ocupación en los oficios de la construcción, del cuero, de la alimentación y en todos aquellos trabajos considerados viles y despreciables. Era, por tanto, un valioso ayudante en el taller, en la obra, en la carnicería o en una tienda de sayos. Proporcionaba un beneficio más o menos importante al dueño y lograba en muchos casos como recompensa aprender un oficio y por supuesto su actividad le permitía conocer la vida y costumbres de la sociedad urbana en que vivía, que de alguna manera podría facilitarle su integración en la ciudad cuando llegase el momento, si llegaba de ser libre. Es famoso el caso de Juan de Pareja, el esclavo de Velázquez (1), que trabajaba en el taller mezclando colores y aprendió el oficio de pintor sin que su amo se enterara.
Las mujeres especialmente se dedicaban al empleo doméstico. Eran las encargadas de efectuar todas las labores de la casa. Cuidaban además de los hijos e hijas de su amo ejerciendo, por tanto, el papel de nodrizas. Actuaban como criadas sin disfrutar de la condición de libres ni del sueldo que éstas obtenían. Se las mantenía y se las vestía, generalmente con las ropas usadas de su ama. Por otro lado, asistían a su dueña como bordadoras y costureras. En muchas ocasiones los varones también se utilizaban en las tareas domésticas, aunque en menor grado que las hembras. Resultaba más común servirse del esclavo como recadero, aguador o simplemente como mozo del amo que puede mandarle hacer toda clase de cosas.
Según sea la profesión del amo se puede saber el empleo del esclavo. En este sentido, los artesanos que adquirían esclavos lo hacían para que trabajaran como aprendices en sus talleres sin destinarles remuneración por ello. Entre todos los oficios secundarios, son los esparteros los que más frecuentan el mercado de esclavos. De esta manera, los artesanos evitaban la molestia de tener que pagar a trabajadores libres al disponer de una mano de obra esclava que, obligatoriamente, debía serles fieles si querían recuperar algún día su libertad.


Los negros ejercían trabajos de toda índole y los más despreciados socialmente. Negros que arriendan asnos para colocarse como aguadores proveyendo de agua a sus amos, o bien trabajando independientemente con una cuba, son abundantes en esta época. Los esclavos negros, por lo general, son recaderos de su dueño y trabajaban en todos aquellos oficios a que se les destinaban. Así, por ejemplo, los hallamos como grumetes al lado de su patrón, que suele ser un maestro o un piloto.
En el mercado de Sevilla había muchos esclavos que vendían toda clase de artículos alimenticios, especialmente vinagre y pescado. Con frecuencia aparecen también en los protocolos notariales esclavas que practicaban la prostitución, comerciando con sus cuerpos y exponiéndose a las iras del amo que las repudiaba entregándolas a la justicia. En algunos contratos de compra-venta se suele indicar con toda claridad que la esclava es prostituta para que el nuevo dueño lo sepa. A juzgar por el número de hembras esclavas que se encontraban detenidas en la cárdel del concejo de Sevilla, no es de extrañar que la prostitución estuviese bastante extendida entre la población esclava, y sobre todo entre las mujeres esclavas que han sido liberadas y no han podido colocarse.
Por lo que se deduce del manual del confesor llamado del "Perfeto Confessor..." (2), algunos dueños de esclavas debían prostituirlas para obtener ganancias extras. La Iglesia castiga entonces al amo con el máximo premio para un esclavo, la libertad:

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